miércoles, 8 de junio de 2016




PARA ENTENDERLO TODO



Cristianos europeos ponen bombas en La Meca y en El Cairo, en el metro de Casablanca, en una torre de oficinas de Bahrein. Pero mucho más fácil es hacerlo en África, donde perpetran masivos genocidios religiosos en aquellos países donde predomina el Islam. Son decenas de miles de muertos en los diez últimos años. Al mismo tiempo, en Europa, fanáticos cristianos ahorcan, queman y crucifican a cristianos tibios, a homosexuales, a musulmanes. Millones de refugiados, que huyen de la violencia, se amontonan en los límites de la Turquía europea, clamando no por quedarse allá, sino por llegar a Emiratos Árabes Unidos, y a sus atractivas ciudades llenas de confort y de riqueza. Los cristianos siguen poniendo bombas en Túnez y en Argel, perpetrando atentados suicidas en Teherán y en Damasco. Muchos musulmanes sienten vergüenza porque Turquía no deje entrar a los miles de cristianos que exigen llegar hasta Emiratos. En la prensa islámica, intelectuales de altura recuerdan que la violencia de los cristianos es en realidad la respuesta de los desesperados y alertan contra la amenaza de la cristianofobia.




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